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CURITIBA. El encarcelado expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva presentó el lunes otro recurso para mantener su candidatura en las elecciones del 7 de octubre, pese a que la justicia dio plazo hasta el martes para que el Partido de los Trabajadores (PT) le designe un reemplazante.
Cada bando cuenta sus puntos: el Tribunal Superior Electoral (TSE) le denegó por la mañana extender ese plazo, que vence a las 19H00 (22H00 GMT) del martes, en tanto que los abogados del exmandatario blandieron una nota en la cual el Comité de Derechos Humanos de la ONU ratifica su pronunciamiento a favor de que Lula sea candidato y haga campaña aunque esté preso.
Su defensa también presentó un nuevo recurso ante el Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema) para prolongar la incógnita hasta el 17 de septiembre, cuando el TSE debe zanjar la totalidad de los casos relacionados con los comicios.
El expresidente, cuya candidatura fue invalidada el 1 de septiembre por el TSE a causa de su situación judicial, recibió durante el día en su celda de Curitiba (sur) a sus abogados y a su compañero de fórmula, Fernando Haddad, mencionado como su probable sustituto.
En la primera encuesta de la consultora Datafolha desde que invalidaron la candidatura de Lula, divulgada este lunes, Haddad subió de 4% a 9% en intención de voto, algo que según analistas lo coloca con oportunidades reales de llegar al segundo turno.
Pero cada día que pasa sin una definición perjudica la campaña y el PT podría verse excluido de las elecciones si no acata el plazo del TSE.
Por ello, la directiva nacional del partido se reunirá el martes en Curitiba y cada vez más voces apuntan a que el relevo podría producirse entonces.
Desde la formación, sin embargo, apenas se limitaron a confirmar la reunión mientras Haddad, que abandonó la prisión pasadas las 18H00 locales en un furgón con los cristales tintados, cancelaba su presencia en un acto previsto en la noche en Sao Paulo para alargar su estancia en esta fría ciudad del sur de Brasil.
El por ahora candidato a vicepresidente dejaba así a las decenas de periodistas que aguardaban el fin de sus casi seis horas de reunión con Lula, de guardia a las puertas del edificio de la Policía Federal en Curitiba, donde el expresidente permanece recluso desde el 7 de abril.
A pocos metros, los incondicionales que participan en la vigilia por el exmandatario -donde se le canta diariamente “Buenos días” y “Buenas noches presidente”- se mezclaban con los ciudadanos que siguen realizando trámites rutinarios en la sede de la policía, pese a que en el cuarto piso cumpla ahora condena quien fuera el presidente más popular de Brasil.
Preso desde hace 157 días -como recuerda un cartel colgado en el campamento de sus seguidores- Lula sigue de todas maneras en el centro de la campaña.
El comandante en jefe del Ejército, Eduardo Villas Boas, calificó de “intento de invasión a la soberanía nacional” el pedido de acatamiento al pronunciamiento del Comité de Derechos Humanos de la ONU.
En una entrevista publicada el domingo por el diario O Estado de S.Paulo, advirtió asimismo que la autorización de la candidatura de Lula “afrontaría tanto la Constitución como la Ley de Ficha Limpia, quitando legitimidad (...) y dividiendo aún más a la sociedad brasileña”.
Esa ley, promulgada por el propio Lula en el último año de su presidencia (2003-2010), determina que ningún condenado en segunda instancia, como es su caso, pueda presentarse a cargos electorales.
El expresidente, de 72 años, purga una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero. La justicia lo reconoció como beneficiario de un apartamento en el litoral paulista ofrecido por una constructora a cambio de mediaciones para obtener contratos en Petrobras.
Pero el dirigente, que enfrenta otras cinco causas penales, se declara inocente en todas y denuncia una persecución judicial y mediática para evitar que vuelva al poder.
En esta campaña de las elecciones más inciertas y polarizadas de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, que lidera las encuestas de la primera vuelta en ausencia de Lula, sigue en estado “grave”, cuatro días después de haber recibido una puñalada durante un mitin en Minas Gerais, informó el Hospital Israelita Albert Einstein de Sao Paulo, donde se encuentra internado.
Bolsonaro, de 63 años, que ha centrado su campaña en posiciones polémicas como la defensa del porte de armas y el ataque a grupos minoritarios, no estaría en condiciones de realizar actos durante el resto de la campaña, aunque se mantiene activo en las redes sociales.
“Continuamos al frente de la disputa (...) ¡De ninguna manera estamos fuera del pleito!”, tuiteó el domingo.
Previamente, uno de sus hijos publicó una foto en la que se ve a su padre sentado en una butaca del hospital, con una sonda respiratoria e imitando un arma con ambas manos, en un gesto que durante la campaña ya había levantado polémicas.
por Rosa SULLEIRO
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