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SANTO DOMINGO. “Tienes que seguir estudiando para ser la diferencia en la comunidad sorda”, le decía su mamá por medio de señas. Luego, lo levantaba de la cama y se aseguraba de que se preparara para ir a la escuela. Luis Alberto recuerda que su mamá, Regina Cancú, le decía que mirara bien las calles por las que caminaba porque ella no lo acompañaría siempre.
De esa manera, Luis se dio cuenta de que debía trabajar para ser una persona independiente.
No fue hasta los 11 años cuando conoció la lengua de señas en la Escuela Hogar del Niño en La Romana, que cuenta también con un plantel para sordos. La madre de Luis asistía a clases cada vez que podía porque dice que el desarrollo de su hijo dependía en gran parte de ella.
Un día, recibieron la visita de María Batlle, una artista en residencia de la Escuela de Diseño Altos de Chavón, que se integró como voluntaria en la Escuela Hogar del Niño. Allí, María explica que Luis y sus compañeros la inspiraron a crear un programa de música como herramienta de educación para niños sordos mediante una tecnología llamada Subpac, que permite sentir las vibraciones de los sonidos de los instrumentos musicales.
María relata que Luis se acercó a ella y le dijo: “Mi sueño es estudiar en Chavón, yo quiero ser artista”, y agrega que ella lo invitó a la Escuela de Arte a conocer las instalaciones. Al finalizar su visita en 2013, cuenta que él hizo algo que nunca olvidará; mientras estaba en la puerta de salida, se volteó y dijo: “Yo vuelvo. Nos vemos pronto, Chavón”.
La artista agrega que la experiencia de conocer a Luis y a su madre “fue una inspiración y una motivación para trabajar por una República Dominicana más inclusiva”.
Cinco años después de esa visita, Luis se graduó de bachiller y en agosto de este año recibió lo que describe como la mejor noticia de su vida, fue aceptado por la Escuela de Diseño Altos de Chavón, y fue el primer alumno sordo en la historia en matricularse en el área de Bellas Artes, becado por la iniciativa RDenSena de la Fundación María Batlle que él inspiró a crear.
Luis cuenta que al principio estaba un poco perdido porque no comprendía muy bien la técnica, pero con la ayuda de su intérprete y profesores, ha logrado salir a flote en su primer mes en la institución.
“Quiero que todos los sordos puedan tener educación superior. No quiero ser el único”, y añade que desea que el Gobierno vea la difícil situación por la que la comunidad sorda está pasando, porque aquellos que quieren entrar a la universidad, deben pagar hasta RD$40,000 al mes por un intérprete que los acompañe a clases.
Raúl Miyar, jefe del departamento de Bellas Artes en Altos de Chavón, explica que Luis pasó por el proceso de entrega de portafolio que todos los aspirantes agotan normalmente y que “es una inspiración para las personas sordas y oyentes”.
Cada año llevan a estudiantes sordos y oyentes a sentir la música en vivo de las ballenas jorobadas en Samaná. Usan una tecnología llamada Subpac, que transmite al cuerpo las vibraciones del sonido, lo que hace de la música una experiencia física.
Al mismo tiempo, biólogos marinos explican a los estudiantes sobre la conservación de los océanos y el cambio climático. Luis Alberto fue uno de los primeros en tener esa experiencia que es pionera en el mundo y que ha sido presentada como caso de éxito varias universidades en el extranjero y reconocida por el ministerio de turismo dominicano.
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