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CIUDAD DEL VATICANO.- El persistente alejamiento de los jóvenes de la Iglesia católica es uno de los asuntos que está analizando el Sínodo que se celebra este mes en el Vaticano, un fenómeno que se traduce también en una crisis de vocaciones religiosas.
El pasado 21 de mayo, en un discurso a la Conferencia Episcopal italiana, el papa Francisco lamentaba la crisis vocacional que padece la Iglesia y la comparaba con una “hemorragia” ocasionada por la cultura del relativismo y los escándalos.
El pontífice aseguraba entonces que esta crisis era un “fruto envenenado” por “la cultura de lo provisional, del dinero y del relativismo, junto con los escándalos, el testimonio tibio y el invierno demográfico”.
Todo ello ha provocado una crisis en las vocaciones que quedó hoy patente con la publicación por parte de la Agencia pontificia de las Obras Misioneras (FIDES) de las últimas estadísticas de la Iglesia católica al 31 de diciembre de 2016.
El número total de sacerdotes en el mundo a finales de 2016 era de 414.969 (-687) y “una vez más, se señala una disminución considerable en Europa (-2.583) a la que se suma este año América (-589) y sólo hay aumentos en África (+1.181) y Asia (+1.304), mientras Oceanía se mantiene estable”, se lee en el informe de FIDES.
Pero el mayor descenso es entre los religiosos no sacerdotes, que han disminuido por cuarto año consecutivo. En 2016 hubo 1.604 menos, situándose en un total de 52.625.
La crisis es aún mayor en las religiosas, que disminuyeron en 10.885 personas respecto al año pasado y son en total 659.445, y sólo aumentan en África (943) y en Asia (533), mientras las disminuciones en América fueron de 3.775 y en Europa de 8.370.
El responsable de la Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal Española, Raúl Tinajero, explicó a Efe que la falta de vocaciones es “una consecuencia” también del alejamiento de los jóvenes de la Iglesia
Explica que los factores que han provocado este alejamiento son muchos y son fruto del “alejamiento de la sociedad en general a todo lo que suena a institución a compromisos, al egocentrismo...”.
También reconoce que el escándalo de los abusos a menores ha influido y que ahora “hay que revisar la imagen de la Iglesia, ya que a veces se ha dado una que no ha sido la correcta, porque a veces no hemos sido un buen ejemplo y todo esto va calando”.
Los abusos son “un dolor para todos los que nos sentimos Iglesia y lo llevamos en lo mas profundo del corazón. Es normal que a veces esto hace que uno se tambalee en su valores y criterios. Estas situaciones les hace (a los jóvenes) sentirse dolidos y les lleva a separarse de la Iglesia”, dijo.
Ahora se buscan propuestas para acercar a los jóvenes a la Iglesia y que como consecuencia haya más vocaciones haciendo una Iglesia “más atractiva”.
El obispo auxiliar de Bruselas, Jean Kockerols, planteó incluso durante este Sínodo que la eliminación del celibato obligatorio podría ayudar a las vocaciones.
“Estoy convencido de que algunos jóvenes, que han pasado de la vocación bautismal a casarse, dirían con gusto ‘aquí estoy’ si la iglesia los llamara al ministerio sacerdotal”, dijo Kockerols en su intervención en el Sínodo.
Aunque también Scholtes advirtió que no era “la única solución”, pues en el mundo protestante u ortodoxo, donde los pastores pueden casarse, también escasean las vocaciones. Cristina Cabrejas.
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