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SANTO DOMINGO. En su último partido, los Yanquis de Nueva York vieron algo de lo que les hubiera gustado observar más a menudo de su receptor Gary Sánchez durante toda la temporada.
Sánchez viene con dificultades ofensivas en sus últimos 10 encuentros. Sin incluir la jornada del miércoles, en ese tramo lleva de 35-5, con un jonrón y cinco empujadas, cuatro de las cuales las impulsó la noche del martes, en que también dio un jonrón. Así salvó la actuación de su compatriota Luis Severino, en un duelo contra los Rays de Tampa Bay.
El receptor de 6-2 de estatura requiere de una mayor concentración para que, además de sus apuros defensivos, se le sume la ofensiva. Eso sí, nadie critica el espíritu de trabajo del jugador que en septiembre batea de 83-12 (70 turnos oficiales), para promediar .171.
El nativo de Santo Domingo es una mezcla de cara y cruz en el juego. Por un lado sigue con su atasco defensivo: en 2017 encabezó la Liga Americana con 16 “passed ball” en 104 partidos -empató con Yasmany Grandal de la Nacional, quien jugó 108 episodios más- y en 2018 lleva 17, que se ve más grande por jugar 73 partidos como receptor. Ha jugado en 12 como bateador designado. A la vez, también es una amenaza al bate, pese a su mal momento en el que refleja un promedio de .184, muy por debajo de los .278 de 2018 y mucho más de los .299 de 2017, su año de novato, en el que finalizó segundo en la votación para el premio.
Sin sumar el juego de anoche, a los Yanquis le restan cinco partidos y eso servirá de ensayo para el receptor, que se pasó la temporada muerta de 2017 dedicado a mejorar su defensa.
“Quiero mejorar”, lo ha dicho ya repetidas veces. Sus entrenadores están consciente de eso.
"Creo que solo ha tenido un poco de problemas ofensivos para encontrar su camino y se ha cavado un hoyo", dijo el mánager de los Yanquis, Aaron Boone, después del juego del martes. “Lo único que le digo, no es demasiado tarde para salir”.
En septiembre suma cinco extrabases (2 dobles/3 jonrones), 10 empujadas, 12 boletos y se ha ponchado 24 veces. Antes del martes, su anterior jonrón fue el 10 de septiembre, totaliza 17 en ese renglón luego de sus 33 de la pasada estación.
Los Yanquis tienen tiempo para decidir si colocarán a Sánchez, una amenaza para los lanzadores en los dos renglones del juego, bateo y defensa, en el juego del 2 de octubre ante los Atléticos de Oakland, donde el ganador seguirá vivo en octubre. “Definitivamente una temporada difícil para mí”, dijo Sánchez el martes a AP a través de un traductor.
Un artículo publicado por The New York Times refiere que los Yanquis han invertido recursos para que Gary no sólo trabaje más duro, sino de forma más inteligente. Cometió cuatro interferencias la pasada campaña. El diario neoyorquino refiere un estudio realizado, incluso a nivel de ciencias.
“Los datos del departamento de análisis y del personal de ciencias del deporte se han utilizado para diseñar un nuevo régimen de entrenamiento que los Yankees esperan que mejore la flexibilidad en las caderas, la parte inferior de la espalda y cuádriceps, permitiendo a Sánchez, que mide 6 pies 2 pulgadas y 230 libras, moverse mejor detrás del plato”, dice el diario.
La era moderna del juego conoce a varios receptores de estatura alta. Uno de ellos es Joe Mauer (6-5), un fino bateador.
“Pero, lo que sea que haya hecho esta temporada está en el pasado. Y las dificultades están en el pasado”, señala Sánchez. “Esta definitivamente no será una temporada que va a ser una de mis favoritas, de seguro. El enfoque es concentrarse en el próximo juego y concentrarme para seguir actuando y ayudar al equipo”.
El Times ofrece un dato sobre la capacidad de reacción de este receptor. Tuvo el mejor brazo de cualquier catcher la temporada pasada, con su lanzamiento promedio para atrapar a robadores de bases cronometrado en 87.8 millas por hora. Su promedio de tiempo para tirar a segunda, desde el momento que la pelota golpea el guante del receptor y luego la del “infielder”, fue de 1.93 segundos, el mejor en la Liga Americana.
Un diamante.
El coach de bateo del equipo, Marcus Thames reconoce el empeño que pone Sánchez en las prácticas de bateo. Advierte que es duro ver tu promedio de bateo de .184 “o lo que sea” en la pizarra. “Pero le dije: ‘es hora de ir, termina fuerte.’ Tienes que mantener tu confianza”, dijo Thames al diario The New York Post.
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