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SANTO DOMINGO. El escritor cubano Leonardo Padura expresó que el Caribe es el Mediterráneo americano, la zona de América más vital y convulsa en la historia y de los procesos identitarios del Nuevo Mundo y por tanto el entorno propicio en donde se han gestado y aun hoy se gestan algunos de los procesos culturales y espirituales más trascendentes de la humanidad.
Al dictar una conferencia en el acto de instauración de la Cátedra de Literatura Caribeña René del Risco Bermúdez, en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, resaltó como un valor la mezcla de culturas surgida en el área.
“Zona de confluencia de casi todas las culturas del mundo contemporáneo, en el Caribe se produjo, a lo largo de estos últimos cinco siglos la conjunción de las más diversas nacionalidades y lenguas europeas –desde los españoles (que en realidad eran andaluces, catalanes, castellanos, aragoneses, extremeños...) a los portugueses; de los holandeses (algunos de ellos judíos sefardíes) a los ingleses; de los alemanes a los franceses católicos y hugonotes–, en necesaria convivencia con las ya de por sí diversas tribus originarias de la zona –caribes, arahuacos, mayas, seminolas–“, manifestó.
Igualmente, el reputado escritor destacó los aportes de las culturas africanas –yorubas, bantúes, mandingas, angolas–, a las que se sumarían contingentes de hindúes, japoneses, árabes y chinos, capaces de armar en su convivencia un impresionante caleidoscopio de costumbres, religiones, lenguas, modos de vivir, de amar y hasta de morir nunca antes enfrentados en toda la larga historia de la humanidad.
Hablando ante académicos, escritores y estudiantes, el narrador agregó que esos migrantes eran seres en tránsito histórico y humano, prestos a mezclarse para dar origen a esa combinación bullente y polifacética que son la identidad y el hombre del Caribe. “Una identidad y una individualidad que pronto enfrentarían el difícil reto de su definición”, indicó.
Aseguró que sin duda es la manifestación cultural, espiritual e identitaria más trascendente que ha generado la región es la llamada música “afroantillana” o “afrocaribeña”.
“De Nueva Orleáns a San Salvador de Bahía, de Veracruz a Cartagena de Indias, pasando por Cuba, La Española, Jamaica, Puerto Rico, Panamá y decenas de islas, ha enriquecido al mundo con complejos musicales tan trascendentes como el jazz, el son cubano, el calipso, el reagee y el bosanova brasileño, además de modalidades tan extendidas como el bolero, la habanera, el danzón o el merengue –entre muchos otros– y, como culminación, ese híbrido de todo lo tocable o bailable que es la revolucionaria mezcla musical y cultural que logró mover al mundo bajo el significativo nombre de salsa”, afirmó.
El autor de la novela El hombre que amaba a los perros y de otras conocidas obras, dijo que, a principios del siglo pasado, el poeta cubano Nicolás Guillén se convirtió en pionero de tal confluencia artística con la publicación de Motivos de son, el conjunto de poemas en los que integraba a la lírica de la lengua la rítmica, la síncopa y hasta los temas de ese género musical.
“Este proceso, del cual participarían varios escritores de la región, décadas después se haría muy visible en la narrativa, cuando fueran apareciendo obras hoy consideradas icónicas como De dónde son los cantantes (1967), de Severo Sarduy, La guaracha de Macho Camacho (1976) y La importancia de llamarse Daniel Santos (1988), de Luis Rafael Sánchez, u otras como Solo cenizas hallarás (1980) de Pedro Verges o El hombre del acordeón (2003), de Marcio Veloz Maggiolo, por apenas citar las más conocidas, obras en las que se ejecuta un maridaje artístico permeado por un fuerte sentido de intertextualidad que más apropiadamente podríamos llamar interculturalidad caribeña”.
De acuerdo al autor, en décadas posteriores un proceso similar aunque con características propias se ha ejecutado en el Caribe angloparlante, donde la riqueza musical de esos territorios (caplyso, reagee) ha ejercido una importante influencia en sus escritores.
En la ceremonia, el escritor dominicano José Rafael Lantigua presentó su “Evocación de René del Risco Bermúdez”, resaltando el contexto epocal en que descolló y la calidad de la narrativa y la poesía del malogrado escritor, cuya memoraria honra la cátedra.
Al inicio de la ceremonia, Minerva del Risco, presidenta del consejo directivo de la Fundación René del Risco Bermúdez, expresó que será transcendental el aporte que se haga y las herramientas que se utilicen para contribuir a la buena educación, el conocimiento y la cultura de la nación.
Dijo que el compromiso con el avance cultural dominicano debe ser permanente y necesario para generar acciones positivas que ayuden a las personas a descubrir valores importantes para la convivencia, pues con esto se contribuirá a construir un país en el que se desarrolle saludablemente, entre otras cosas, el debate objetivo de las ideas y de las opiniones.
“Eso es parte de lo que nuestra fundación quiere honrar, y por lo cual se ha comprometido a realizar una serie de eventos, cursos, talleres y conferencias que busquen la participación de expresiones multiculturales importantes, que tengan sentido y propósito y que contribuyan a nuestro crecimiento intelectual”, agregó.
Del Risco dio las gracias a la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y a la historiadora y académica Mu Kien Adriana Sang, directora del Instituto de Estudios del Caribe, por la instauración la primera cátedra de literatura en República Dominicana, la cual le rinde homenaje a su padre René del Risco Bermúdez, “un autor que, con sus versos, su narrativa y sus canciones, se convirtió en inmortal”.
“Los miembros de la fundación, sentimos una enorme satisfacción de contar, desde su inicio, con la colaboración de esta prestigiosa casa de estudios. Nuestro profundo agradecimiento a su rector magnífico, reverendo padre Dr. Ramón Alfredo de la Cruz Baldera, y a su Junta de Directores por establecer esta cátedra”, manifestó.
En nombre del Centro de Estudios Caribeños de la PUCMM y de la doctora Mu Kien Sang Ben, Wilson Genao, subdirector de la dependencia, le dio una cordial bienvenida al acto de instauración de la Cátedra de Literatura Caribeña René del Risco Bermúdez.
“La instauración de esta cátedra hoy sobre literatura caribeña se inserta dentro de la misión misma del CEEC. Con la cátedra que estamos instaurando hoy se abre la posibilidad de abordar temáticas relacionadas con la amplia producción en diferentes géneros cultivados por escritores acreditados del pasado y de la actualidad y de tratar temas relativos a la literatura caribeña, con lo cual se puede enriquecer el acervo cultural dominicano y se puede propiciar el intercambio cultural con naciones hermanas, con las que compartimos raíces culturales, historias y tradiciones”, afirmó.
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