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NACIONES UNIDAS. El líder palestino, Mahmud Abás, criticó ayer en la ONU las acciones de EEUU, rechazando su papel como principal mediador para Oriente Medio, mientras que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, prefirió centrar su intervención en Irán y su supuesta amenaza nuclear.
Desde el podio de la Asamblea General, Abás volvió a dejar claro su rechazo a las políticas del presidente estadounidense, Donald Trump, empezando por su decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel.
“Jerusalén no está a la venta. Los derechos del pueblo palestino no están aquí para ser negociados”. Así fue como arrancó su discurso, antes incluso de la invocación a Alá con la que habitualmente inician sus palabras los líderes musulmanes.
El líder palestino subrayó la decepción de los suyos con Trump, que ha prometido “el acuerdo del siglo” en Oriente Medio, pero que por ahora no ha presentado propuestas concretas.
Esta semana, en la ONU, Trump aseguró que le “gusta una opción de dos Estados” para Israel y Palestina, en lo que sería su primera muestra de apoyo a una solución de dos Estados para el conflicto, la promovida por Naciones Unidas.
El presidente estadounidense, sin embargo, matizó rápidamente esa idea, abriendo nuevamente la puerta a una opción de un solo Estado, subrayando que las dos posibilidades siguen sobre la mesa.
Hoy, Abás reiteró su compromiso con la paz y con la solución de los dos Estados, pero defendió que EEUU ya no puede ser el mediador principal en el proceso dada su parcialidad a favor de Israel.
El traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén y los recortes de sus ayudas para los palestinos “contradicen” las promesas y compromisos de Washington, aseguró el líder palestino.
Según resumió, los palestinos estaban “expectantes” ante la idea de Trump de lanzar una nueva iniciativa para la paz, pero las acciones de la Casa Blanca les han dejado “mudos”.
Netanyahu, que intervino unos minutos después, aseguró que le gustaría lograr la paz, pero se mostró muy crítico con Abás.
Entre otras cosas, arremetió contra él por calificar de “racista” la ley “Estado-Nación”, aprobada recientemente por el parlamento israelí, y aseguró que alguien que paga a terroristas no puede dar lecciones de “moralidad” a Israel.
Sin embargo, Netanyahu prefirió dedicar el grueso de su largo discurso a Irán, denunciando el fracaso del acuerdo nuclear sellado en 2015 y del que ha sido siempre un gran crítico.
El primer ministro israelí aseguró ante el resto del mundo que su país tiene pruebas de la existencia en Irán de una instalación secreta usada por esa nación para continuar con su programa de armas nucleares.
“Hoy estoy dando a conocer por primera vez que Irán tiene otra instalación secreta”, aseguró Netanyahu, ayudándose de cartulinas con mapas y fotografías para mostrar ese supuesto almacén utilizado para acumular materiales atómicos.
Según explicó, la existencia de esa instalación se conoció gracias al robo de un gran archivo de documentos llevado a cabo este año por los servicios secretos israelíes, del que el Gobierno ya dio detalles hace meses, que fueron usados por EEUU entre sus argumentos para romper el pacto nuclear.
Netanyahu aseguró que se decidió a hacer pública la existencia de esta instalación secreta en Teherán ante la “inacción” del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA).
Además, arremetió contra los países de la Unión Europea (UE), que están tratando de mantener vivo el acuerdo y que esta semana anunciaron medidas para ayudar a sus empresas a seguir haciendo negocios en Irán a pesar de las sanciones impuestas por Trump.
“En vez de abrazar a los dictadores iraníes, súmense e EEUU, Israel y la mayor parte del mundo árabe con nuevas sanciones contra un régimen que nos pone en peligro a todos”, les pidió.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que también intervino hoy ante la Asamblea, hizo por su parte un llamamiento al mundo para que luche por la libertad y la democracia y no abandonen esas causas.
Hoy también fue el turno del presidente de Chile, Sebastián Piñera, que llamó al Consejo de Seguridad de la ONU a ocuparse de la crisis en Venezuela, algo que hasta ahora el grueso de sus miembros han rechazado.
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